- Sacúdelas suavemente retirando las hojas muertas.
- Luego de sacudir, debes soplar o aplicar aire frío o fresco (no caliente), algo suave, para eliminar suciedades sueltas sin dañar las plantas en sus distintas partes.
- Las plantas con hojas pequeñas se favorecen más con una limpieza húmeda. Pulveriza las hojas con agua clara y fresca, en cantidad suficiente para que la humedad se acumule y arrastre con ella la suciedad. Recuerda colocar un plato colector para evitar que el agua se traslade a otras superficies.
- Las plantas con hojas grandes se pueden higienizar manualmente. Pasa sus hojas con un paño o una esponja suave, humedecida en agua clara y fresca, sin mojarla demasiado.
- Las hojas aterciopeladas, en cambio, son más resistentes al roce y no se limpian bien con el agua. Puedes frotarlas, suave y delicadamente, con un cepillo de cerdas muy suaves. Nunca las frotes demasiado, pues eliminarías la pelusa que recubre las hojas, muy necesaria para el bienestar de la planta.